¿Quién está pagando por los 25 billones de dólares en "aire"?

El CEO de IBM lanzó a principios de este mes una frase que hizo temblar toda Silicon Valley: “Todo este gasto masivo en IA y centros de datos, no tiene ninguna posibilidad de recuperarse”.

Si esto hubiera ocurrido hace un año, tales declaraciones habrían sido vistas como una blasfemia contra las “tecnologías del futuro”. Pero hoy, en diciembre de 2025, cuando Broadcom no puede cumplir con las altas expectativas del mercado y los informes financieros de Oracle muestran grietas raras en décadas, el ánimo del mercado está experimentando una reversión sutil y mortal.

Esto no es solo una corrección en las acciones tecnológicas, puede ser el colapso del “último bastión” de la economía estadounidense.

01 El fin de la fiesta: de la “fe en la compra” a la “hora de hacer cuentas”

En los últimos dos años, la actitud del mercado de capitales hacia la IA puede resumirse en una especie de fervor casi religioso: “comprar primero, preguntar después”. Todos creen firmemente que se trata de una tecnología disruptiva que cambiará el mundo, ¿y la rentabilidad? Eso es algo que solo se considerará en 20 años.

Sin embargo, cuando la narrativa llega a finales de 2025, la visión difusa del futuro se ve obligada a chocar con la fría realidad financiera.

El ejemplo más claro es Oracle. Esta empresa, que alguna vez fue vista como una máquina de hacer dinero en efectivo, ahora tiene flujo de caja libre (Free Cash Flow) en negativo — una escena nunca vista en décadas. Para mantener el precio de sus acciones y pagar dividendos elevados, Oracle se ha visto obligado a endeudarse a gran escala.

Esto es una señal extremadamente peligrosa: los gigantes tecnológicos están usando deuda para reemplazar las expectativas de crecimiento.

El CEO de Oracle intentó calmar al mercado en la conferencia telefónica, afirmando que estaban comprometidos a mantener la calificación de inversión. Pero esta declaración solo aumentó el pánico: una empresa que ha sobrevivido décadas gracias a su capacidad de autofinanciarse, de repente empieza a enfatizar “mantener la calificación” y “capacidad de endeudamiento”, lo que indica que también son conscientes de la tensión en su cadena de fondos.

El mercado empezó a plantear preguntas que antes se consideraban “fuera de lugar”: ¿Qué pasa si el próximo año siguen perdiendo dinero? ¿Y si el mercado de deuda se aprieta, quién pagará por estos costosos centros de datos?

02 El “momento Vanke” en Silicon Valley

Este escenario genera una sensación de déjà vu muy fuerte.

Si retrocedemos a la burbuja inmobiliaria, veremos que los gigantes de la IA de hoy están repitiendo aquella misma escena. La industria de la IA actual se asemeja mucho a las empresas inmobiliarias chinas en la víspera de la tormenta — como Vanke.

La lógica de los promotores inmobiliarios en aquel entonces era: mientras tengan suficiente tierra y construyan rápido, la apreciación futura cubrirá las deudas actuales. La lógica de las empresas de IA de hoy es similar: mientras acumulen suficientes GPUs y construyan centros de datos grandes, la “revolución AGI” del futuro podrá compensar los enormes gastos de capital (Capex) actuales.

Lo que Oracle y similares están haciendo en esencia es “renovar con deuda”, intentando aplazar la deuda un año más, apostando a que el próximo año llegará un crecimiento milagroso de ingresos.

Pero la realidad es que, aunque el backlog de Broadcom alcanza los 730 mil millones de dólares, todavía está por debajo de las expectativas infladas por el mercado. Cuando el crecimiento deja de ser parabólico y muestra signos de desaceleración, la venta de pánico de los inversores se dispara.

Una vez que el flujo de caja libre no pueda volver a ser positivo, el modelo de crecimiento impulsado por deuda colapsará en un instante. Esto no es un problema técnico, es un conocimiento contable básico.

03 La caída no solo es del precio de las acciones, sino de la ilusión de riqueza de las clases sociales

Si esto fuera solo una crisis en la industria tecnológica, quizás no sería tan inquietante. Lo verdaderamente aterrador es que la burbuja de la IA ya se ha convertido en el único pilar que sostiene la economía macro de EE. UU.

La economía estadounidense actual muestra una división brutal en forma de “tipo K”: las clases baja y media están atravesando una ola de despidos dolorosa, y el mercado laboral en realidad está perdiendo decenas de miles de empleos cada mes. Incluso Jerome Powell, presidente de la Reserva Federal, ha tenido que retractarse de la expresión “mercado laboral fuerte”.

Entonces, ¿por qué los datos de consumo aún no colapsan por completo?

La respuesta está en el “efecto riqueza”. La capacidad de consumo de las clases adineradas en EE. UU. (especialmente la generación del baby boom) está casi completamente vinculada al rendimiento del mercado bursátil. Mientras el índice Nasdaq siga subiendo, y las acciones de Nvidia y Oracle sigan en niveles altos, se atreven a gastar como si no hubiera un mañana, ocultando así la situación precaria de los consumidores comunes en Walmart y McDonald’s.

La burbuja de la IA, en esencia, es la última línea de defensa en los balances de los ricos.

Una vez que el mercado se dé cuenta de que el CEO de IBM tiene razón — que la inversión masiva no tendrá retorno — la valoración de las acciones tecnológicas tendrá que ser reevaluada. Cuando el Nasdaq sufra una corrección como la de marzo o abril de este año, la ilusión de riqueza de los ricos se desvanecerá.

Entonces, veremos un aterrizaje económico duro, sin colchón: las clases bajas sin dinero para gastar, los ricos sin ganas de gastar, y las empresas cargando con enormes deudas de IA que no podrán pagar.

04 Los nadadores desnudos tras la marea baja

La Reserva Federal parece haber olfateado también el peligro.

Aunque en apariencia la inflación sigue en ascenso, las divergencias internas en la Fed se están acentuando. Funcionarios como Austan Goolsbee empiezan a insinuar que, en comparación con la inflación, les preocupa más el deterioro del mercado laboral.

Es una especie de juego de política en “la cuerda floja”: la Fed debe cuidar con mucho cuidado el mercado de valores, porque saben que este (la burbuja de la IA) es su último recurso para mantener la apariencia de prosperidad económica.

Pero el tiempo se acaba.

La situación actual es: las empresas queman dinero apostando al futuro, los ricos mantienen el consumo con el valor de sus acciones, y la Fed apuesta a que la economía pueda aterrizar suavemente antes de que la burbuja estalle.

Mientras todos esperan la oportunidad de 2026, el verdadero problema podría estallar en los próximos meses: cuando la primera gran empresa tecnológica tenga que vender GPU o activos de centros de datos a bajo precio por falta de flujo de caja, se desatará la cadena de dominós.

Como en la explosión de la burbuja de internet, la gente piensa que “esta vez es diferente”, hasta que las acciones en mano se convierten en papel higiénico.

Para los inversores comunes, quizás no sea momento de ser codiciosos, sino de pensar en cómo salir. Porque cuando el cine está en llamas y solo hay una salida, no puedes correr más rápido que la multitud.

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