¿Por qué cuanto más pequeña es la autoridad de alguien, más le gusta molestar a los demás?

Una captura de pantalla generó mucho revuelo en línea. En un grupo de estudiantes de una universidad, una chica @某学长 le hizo una pregunta. Pero para su sorpresa, el administrador respondió con tono poco amistoso: “¿El presidente Yang es alguien a quien puedas @mencionar directamente?” e incluso soltó palabras malsonantes. Otro administrador inmediatamente recordó a todos en el grupo que debían tener cuidado con su identidad y su forma de hablar.

Otra noticia también resulta muy conmovedora: un estudiante de una universidad reveló que durante el Festival de Medio Otoño, un ministro del departamento de organización del consejo estudiantil publicó en el grupo un “anuncio”, solicitando a los pequeños responsables que enviaran mensajes de felicitación a los ministros y presidentes, sin cometer errores en los nombres.

El resultado fue que un nuevo miembro del departamento de organización del consejo estudiantil, al enviar un mensaje de felicitación a un ministro, accidentalmente se equivocó de nombre. El ministro se enfureció de inmediato, y con tono arrogante respondió: “Escribe mi nombre 50 veces y organiza una reunión para revisarlo.”

Los usuarios en línea comentaron entre risas: "¿No son todos estudiantes? ¿De qué autoridad están hablando?” “Parece que el poder no es solo cosa de adultos, ahora los estudiantes también aprenden a hacer alarde y a lisonjear…”

¿Te has dado cuenta de un fenómeno así? Cuanto más pequeño es el poder que alguien tiene, más le gusta hacer alarde y molestar a los demás sin límites.

Un dicho popular dice: “El Rey de los Infiernos es fácil de ver, pero los pequeños demonios son difíciles de tratar.” Cuando los “pequeños demonios” adquieren algo de poder, inmediatamente disfrutan de la sensación de estar en una posición elevada. Para demostrar su presencia, se esfuerzan en molestar y poner obstáculos a los demás dentro de su ámbito de poder. Ver a otros agotados física y mentalmente les produce una felicidad y satisfacción inmensas.

Un deseo de poder excesivamente fuerte puede debilitar la empatía de las personas. Los ciudadanos honestos, amables y sencillos, cuando se les otorga otro rol y más control sobre los demás, se vuelven rápidamente feroces y amenazantes.

El famoso académico Wu Si escribió en su libro “Reglas Subterráneas” que quienes poseen uno o más poderes, en su mayoría, utilizan diversas excusas grandilocuentes para dañar a otros. Lo denomina “Derecho Legal a Causar Daño”. Por ejemplo, un jefe puede obligar a sus empleados a trabajar 996 o despedirlos sin condiciones; un tutor puede exigir sumisión total a sus estudiantes, y si algo no sale bien, hacer que retrasen su graduación…

La razón por la que las personas comunes temen y obedecen sin cuestionar a quienes tienen altos cargos y poder, es porque quienes poseen poder controlan firmemente ese “Derecho Legal a Causar Daño”. Ellos pueden dañar a otros sin remordimientos, pero rara vez asumen responsabilidades.

Pero justo cuando tememos y nos sometemos al poder, en nuestro corazón también germina una semilla de deseo. Cuanto más tememos, más anhelamos. Cuando realmente adquirimos algo de poder, muchas personas inmediatamente levantan la cabeza y empiezan a explotar a los demás a su antojo.

Tomemos como ejemplo a los guardias de seguridad: su insignificante poder ha provocado muchas disputas. En 2019, el señor Ji, que vive en un barrio de Hangzhou, estaba muy contento porque había comprado un coche nuevo. Pero al volver a casa, en la entrada del barrio, fue detenido por un guardia. El guardia insistió en que no había visto su coche y lo interrogó como a un criminal, con palabras mordaces, y casi llegan a pelearse.

En 2018, un maestro de piedra llamado Shi llegó a un barrio de Wuxi para entregar comida a domicilio, pero fue detenido de manera violenta por un guardia en la entrada. Shi explicó que estaba entregando un pedido de un residente del barrio y que el cliente tenía prisa, por lo que solicitaba que el guardia le permitiera entrar. Pero el guardia no le escuchó, se negó a ceder y empezó a insultarlo: “¡Vendedor de comida sin vergüenza!”

Shi fue insultado sin razón y, finalmente, también recibió una queja del propietario. Un periodista que escuchó sobre la disputa fue a entrevistar, y descubrió que en realidad no existía ninguna regla que prohibiera a los repartidores entrar en el barrio; todo fue una decisión unilateral del guardia.

Muchas personas que parecen “inofensivas” en realidad, cuando su deseo de poder crece en su interior, se vuelven unos verdaderos “cabrones”. Cuando realmente obtienen algo de poder, probablemente harán cosas aún más despreciables.

Como personas comunes, debemos estar alertas a la tentación del poder, no dejar que nos corrompa o transforme. Con una actitud equilibrada y sin arrogancia, enfrentemos a quienes tienen cargos elevados, sin temer ser dañados, sin alabar ni adular a los que tienen poder, ni siquiera suplicar. Solo manteniendo la espalda recta y una mentalidad correcta, podremos eliminar paso a paso esa semilla de deseo en nuestro corazón.

Si por casualidad tienes un poco de poder en tus manos, aún más debes dedicarte a podar ese deseo sin descanso, manteniendo siempre la alarma en tu corazón. Por ejemplo, si eres funcionario público, debes recordarte constantemente que debes actuar con justicia, proteger los intereses del pueblo y mantener la paz social; si eres maestro, debes tratar a cada estudiante con equidad y justicia, siendo un ejemplo de bondad y justicia; si eres jefe de una empresa, debes respetar a tus subordinados, evitar actitudes autoritarias y gestionar con reglas claras y precisas…

El poder engancha a las personas porque adormece sus nervios y crea una ilusión. Aquellos que tienen un poco de poder, a menudo se ven a sí mismos como muy importantes, y en su interior gritan: “¡Soy increíble!” “¡Yo controlo todo!” Pero cuando levantan la cabeza, lo que realmente muestran es un cerebro vacío y un alma superficial.

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