Todos dicen que quieren la misma velocidad de ejecución que un exchange centralizado, pero la realidad en DeFi es así: retrasos que a menudo superan un segundo, MEV que provoca carreras anticipadas y colapsos en la red, y tarifas de transacción que dependen de la suerte. Luego los usuarios se van y fingen estar sorprendidos. Esta es la principal dificultad que enfrenta actualmente DeFi. Algunos proyectos están abordando este problema, no mejorando la interfaz de usuario ni contando historias, sino mejorando la calidad de la ejecución en sí misma — desde la arquitectura subyacente hasta la optimización general del proceso de transacción. Esa es la clave para retener a los usuarios.