La sequía azotó Mutomo en Kenia, pero la agricultora Magdaline Mwikali logró capear la tormenta. Ella se inscribió en un programa de seguro de cultivos respaldado por organizaciones de desarrollo internacional. Cuando las lluvias fallaron y su cosecha se marchitó, la indemnización del seguro llegó a tiempo, brindándole el respiro financiero para recuperarse y volver a plantar. Es un ejemplo del mundo real de cómo las herramientas financieras innovadoras están llegando a los agricultores en regiones vulnerables, convirtiendo el riesgo climático en desafíos manejables en lugar de pérdidas catastróficas.