Las opciones de inversión para las personas comunes no son más que dos caminos: comprar una vivienda o invertir en activos criptográficos. Pero, ¿has notado un fenómeno interesante? Cuando los activos en el mundo de las criptomonedas caen un 30%, el mercado puede mantenerse tranquilo; si los precios de las viviendas bajan un 30%, parece que el cielo se va a caer. ¿Qué está pasando realmente detrás de esto?

En realidad, el problema radica en el uso del apalancamiento. La mayoría de las personas solo pagan un 30% de entrada al comprar una vivienda, y el resto lo piden prestado al banco, lo que equivale a mover un negocio de 3-4 veces la cantidad con 1 solo. Cuando los precios de las viviendas caen un 30%, la entrada ya no cubre el valor, y en lugar de eso, se termina endeudando mucho más con el banco. Pero los inversores minoristas en criptomonedas generalmente no usan apalancamiento, o lo usan en niveles muy bajos, por lo que aunque la caída sea grande, no se ven forzados a liquidar sus posiciones.

También está el problema de la liquidez. Los activos criptográficos se pueden vender en cualquier momento, y si las pérdidas son muy grandes, se puede vender en el mismo día y salir del mercado. ¿Y las viviendas? Pasan meses en el mercado, especialmente en zonas donde los precios se han reducido a la mitad; los propietarios están desesperados y no encuentran compradores, y al final tienen que seguir pagando la hipoteca.

La diferencia clave está en la proporción de activos. Muchas familias chinas tienen el 70% de sus ahorros invertidos en viviendas, y solo el 30% restante en depósitos bancarios y otras inversiones. Cuando la vivienda se tambalea, toda la economía familiar se ve afectada. Pero en el caso de los activos criptográficos, la mayoría de las personas solo usan dinero ocioso, por lo que aunque pierdan, no se desestabiliza tanto su estado de ánimo.

Con estos cuatro aspectos en mente, entenderás por qué, aunque la caída sea del 30% en ambos casos, la reacción del mercado puede ser completamente diferente.