

Al invertir en Bitcoin u otras criptomonedas, los inversores se centran en el retorno de inversión (ROI), que representa el beneficio estimado sobre el capital inicial. También valoran el nivel de riesgo asociado a cada operación. Si el riesgo resulta excesivo, pueden perder total o parcialmente su capital, obteniendo así un ROI negativo. Aunque todo tipo de inversión conlleva cierto riesgo, el peligro se incrementa notablemente cuando se trata de esquemas ilegales como los Ponzi y las redes piramidales. Por este motivo, es esencial comprender en qué consisten y cómo funcionan estos esquemas para evitar convertirse en víctima.
El término esquema Ponzi proviene de Charles Ponzi, un estafador italiano que emigró a Norteamérica y se hizo célebre por su sistema financiero fraudulento. A principios del siglo XX, Ponzi engañó a cientos de personas hasta que las autoridades desmantelaron su esquema tras más de un año en activo.
Un esquema Ponzi es, en su esencia, una operación de inversión fraudulenta que paga rendimientos a los primeros inversores con fondos recaudados de nuevos participantes. El funcionamiento es el siguiente:
En primer lugar, el promotor solicita fondos a un inversor inicial—por ejemplo, 1 000 $—y promete devolverlos más un 10 % de rentabilidad tras un plazo determinado, como 90 días. Antes de que concluya ese periodo, el promotor capta nuevos inversores. Al finalizar el plazo, abona 1 100 $ al primer inversor, empleando el dinero del segundo y el tercero, y anima al inversor original a reinvertir.
A continuación, el estafador sigue atrayendo nuevos inversores, lo que le permite liquidar los rendimientos prometidos a los participantes previos y convencerlos para que reinviertan e inviten a otros. A medida que el esquema crece, el promotor necesita captar cada vez más inversores; de lo contrario, no podrá pagar a los anteriores. Finalmente, el sistema colapsa al volverse insostenible y el promotor es descubierto o desaparece con el dinero.
Un esquema piramidal es un modelo empresarial fraudulento que ofrece recompensas y pagos a quienes se incorporan al programa y logran reclutar a otros para la red.
Por ejemplo: un promotor fraudulento ofrece a Alice y Bob la posibilidad de comprar derechos de distribución de una empresa por 1 000 $ cada uno. El acuerdo les permite vender esos derechos a terceros y obtener una parte de cada nuevo miembro que incorporan. Cada vez que alguien se une, los 1 000 $ se reparten a partes iguales entre el vendedor y el promotor original.
En este caso, Alice y Bob deben vender derechos de distribución a al menos dos personas cada uno para recuperar su inversión, ya que cada venta les reporta solo 500 $ mientras que su desembolso inicial fue de 1 000 $. Después, cada nuevo miembro debe vender dos derechos más. El esquema termina colapsando porque exige un flujo constante de nuevos participantes para sobrevivir—de ahí que los esquemas piramidales sean ilegales.
La mayoría de los esquemas piramidales no ofrecen productos ni servicios reales; funcionan únicamente con el dinero de los nuevos reclutados. Algunos intentan camuflar el fraude patrocinando una empresa multinivel legítima que comercializa productos o servicios. Si bien algunas compañías de venta multinivel emplean estructuras similares a una pirámide, no todas incurren en fraude.
Los esquemas Ponzi y piramidales presentan varios rasgos comunes. Ambos constituyen fraudes financieros que atraen a las víctimas con promesas de elevados rendimientos. Los dos dependen de un flujo constante de dinero de nuevos inversores o miembros para seguir funcionando. Normalmente, ninguno ofrece productos ni servicios de valor real.
Pese a estas similitudes, ambos esquemas difieren en aspectos fundamentales. Los esquemas Ponzi suelen presentarse como servicios de gestión de inversiones y hacen creer a los participantes que sus rentabilidades proceden de inversiones legítimas, aunque en realidad el estafador utiliza el dinero de nuevos inversores para pagar a los anteriores. Por el contrario, los esquemas piramidales se basan en el marketing de redes y exigen que los participantes recluten a otros para obtener ingresos, repartiéndose una comisión antes de transferir los fondos hacia arriba en la pirámide.
Existen diversas formas de protegerse eficazmente de los esquemas Ponzi y piramidales. Desconfíe de oportunidades de inversión que prometen rendimientos extraordinariamente altos o rápidos con una inversión mínima, especialmente si la oferta resulta desconocida o difícil de comprender. Sea precavido ante propuestas no solicitadas para incorporarse a programas de inversión a largo plazo—con frecuencia son estafas.
Compruebe siempre la identidad del vendedor o la organización detrás de cualquier oportunidad de inversión. Las entidades legítimas deben estar inscritas en los organismos reguladores pertinentes. No confíe ciegamente; verifique primero. Las inversiones legítimas cuentan con registro legal, así que solicite los datos oficiales. Si no existe registro, exija una explicación coherente y razonable.
Entienda plenamente la inversión antes de comprometer su dinero. Utilice los recursos disponibles y sea cauteloso ante oportunidades que se presentan de forma opaca. También es crucial denunciar ante las autoridades cualquier esquema Ponzi o piramidal que detecte, ya que eso contribuye a proteger a otros inversores frente a fraudes semejantes.
Algunos sostienen que Bitcoin es un gran esquema piramidal, pero esa afirmación es completamente falsa. Bitcoin es una moneda digital, igual que el dinero fiduciario. Es descentralizada, está protegida mediante algoritmos matemáticos avanzados y criptografía, y sirve para adquirir bienes y servicios.
Igual que sucede con el dinero fiduciario, Bitcoin y otras criptomonedas pueden emplearse indebidamente en esquemas piramidales u otras actividades ilegales, pero eso no convierte a las monedas en fraudulentas. La diferencia fundamental es que el activo en sí (Bitcoin o fiduciario) es neutral; el problema reside en el uso que le dan los actores malintencionados.
Los esquemas Ponzi y piramidales suponen riesgos reales y graves para los inversores en la era digital. Comprender en qué consisten y cómo se distinguen permite a las personas protegerse mejor frente al fraude financiero. La clave está en la vigilancia: mantenga una actitud escéptica, verifique las fuentes y asegúrese de entender cualquier inversión antes de aportar fondos. Reportar las actividades fraudulentas a las autoridades resulta esencial para proteger a la comunidad inversora. Recuerde: las inversiones legítimas no requieren secretos ni ocultaciones, y si una oportunidad parece demasiado buena para ser cierta, probablemente lo sea.











